jueves, 18 de septiembre de 2014

Autoestima, segunda parte.


La visión es la misma, pero la mirada es distinta: así terminaba el primer post sobre autoestima. Puede parecer poco importante, pero la manera como nos percibimos y nos juzgamos nos hace sentir de una u otra manera y acaba influyendo de manera decisiva en nuestra vida. 

Pongamos un ejemplo: los retos que asumimos. Cuando nos sentimos capaces y válidos tenemos más fuerza y optimismo para emprender un proyecto (ya sea un viaje, unas reformas, un cambio de trabajo, una nueva afición...da igual). Si nos sentimos inseguros o poco hábiles, nos da miedo y preferimos no movernos de donde estamos, o que alguien nos lleve de la mano, y así dejamos escapar trenes y oportunidades cuando estamos a tiempo de hacerlo. 

Al igual ocurre en las relaciones con los demás: según como nos vemos, tanto nos abrimos a conocer, a expresar e incluso a elegir. Si me siento poco hábil o apto socialmente, me da apuro conocer gente nueva por si parezco torpe, temo darme a conocer por si me lastiman y tiendo a conformarme con lo primero que pille, aunque no sea lo que más me convenga... porque aunque me dé cuenta que esa amiga/o, jefe/a o pareja no congenia conmigo, se aprovecha de mí o me hace sentir mal, no me siento con derecho a elegir si creo que tengo pocas opciones en la vida, me considero poquita cosa o poco “merecedor/a” de algo mejor. 

Pero todo eso puede cambiar. Y sólo puedes cambiarlo tú: trabajando la mirada con la que te ves, el lenguaje con el que te hablas, el juicio con el que te valoras (o condenas) y las heridas que no han cicatrizado bien. Todo ello requiere tiempo y esfuerzo, pero sobre todo ganas: ganas de sentirte mejor.


¡Apúntate a nuestro taller y aprende a mejorar tu autoestima!

Anna Montané.

No hay comentarios:

Publicar un comentario