lunes, 21 de julio de 2014

El Bambú Japonés.

Muchos de los procesos que hacemos no son visibles a simple vista, muchos de estos procesos requieren de otros que los sustenten, al igual que para construir la parte visible de una casa debemos construir gran parte de estructuras e instalaciones que luego no se ven... Pero vivimos de forma muy acelerada, esperándolo todo para el momento presente, sin dejar tiempo a algunas cosas que verdaderamente importan. 

Hoy quiero compartir con vosotros este cuento, que habla de la importancia de la espera, de cómo muchas veces lo que vemos es sólo la punta del iceberg de todo lo que se produce y que en general, deberíamos tener más paciencia con nosotros mismos y con los demás, también he añadido algunas actividades que podemos hacer a raíz de la lectura de este cuento así cómo algunos ejercicios que podremos hacer que ayudan al desarrollo de la paciencia, y al manejo y control de la impulsividad. Además son actividades en las que se puede disfrutar conjuntamente, lo cual favorece el vínculo. Son ejercicios bonitos y sencillos que ayudan a disminuir la impulsividad, a comprender los procesos naturales y a aprender a vivir de otras maneras.. espero que disfrutéis del cuento! 



No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego.También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita sea!Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece
¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.
Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo… Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos…

Tenemos prisa con el crecimiento de nuestros hijos, prisa cuando conducimos... nosotros mismos hacemos las cosas con prisas... no se sabe bien por qué…

Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés…
¿Para qué?

Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes…
quizá solo estés echando raíces….

Actividades que se pueden hacer en relación a la lectura 

(Será necesario adaptar las actividades al nivel de desarrollo y de introspección de las personas con las que las realizamos, pero en líneas generales aquí os propongo algunas sugerencias!):

1.- Pensar sobre qué les sugiere el cuento (se puede ayudar a buscar una palabra que resuma la esencia, hacer un pequeño resumen..).

2.- Ayudar a buscar ejemplos en su vida en los que les haya pasado algo similar a lo sucedido al bambú japonés... incluso que cosas propiciaron que el crecimiento fuese "por dentro", que cosas les ayudaron, cuales les dificultaron...

3.- Reflexionar sobre si esto podría suceder también a otras personas (se puede acompañar de ejercicios de empatía con personas cercanas en caso de que estén pasando por procesos de crecimiento o cambio interior importantes...).

Otras actividades que se pueden hacer para cultivar la paciencia y disminuir la impulsividad:

Hay muchas actividades que se pueden hacer para ayudar a los peques a controlar la impulsividad excesiva, muchas de ellas son actividades que podemos llevar a cabo en casa, en familia, de forma lúdica y divertida y en algunos casos en los que la impulsividad se convierta en una dificultad importante se requerirá ayuda psicológica profesional. Aquí os dejo, algunas ideas con las que se puede trabajar la impulsividad en familia, de forma suave i divertida:

1.- Plantar una flor, o una planta que dé frutos cómo una hortaliza, verduras... (esto puede ir bien también para niños que no quieran comer mucha verdura...!!) en familia se organizará un "planing" para cuidar a la planta, se observará el proceso lento y natural de desarrollo del vegetal y se aprenderá que muchas veces las cosas llevan su propia velocidad.

2.- Hacer recetas juntos: hay recetas sencillas, cómo el pan, algunos pasteles, etc. que son divertidas para ser elaboradas con los niños, en las recetas el tiempo que necesitan los alimentos (para fermentar, para cocerse...) no se puede variar, se debe aceptar el tiempo natural, además después de la elaboración y de aprender a esperar está la gratificación de poder comérselo!

3.- Contar un cuento "por fascículos" al estilo de las mil y una noches, poco a poco se van descubriendo nuevos acontecimientos, pero para poderlos descubrir debemos esperar que llegue el siguiente ratito de contar cuentos...

Hay un montón de técnicas y actividades que pueden ayudar a disminuir la impulsividad y que pueden ser muy divertidas para practicarlas en familia, pero diría que a nivel general, estas son las que se pueden adaptar a un mayor número de familias diferentes y de edades diferentes.

Espero que hayáis disfrutado el cuento y si os apetece practiquéis alguna de estas ideas en casa.

Anaïs Cerrillo.

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